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El sitio Quereo: fauna extinta y primeros pobladores

Solapas secundarias

Sitio Quereo: evidencias y discusiones

El hallazgo de restos de mastodonte y caballo americano en 1899 hicieron de Quereo un sitio de interés paleontológico a principios del siglo XX (Sundt 1903). Análisis posteriores permitieron datar estas evidencias en 9100±300 años a. p. (Paskoff 1970).

A principios de la década del setenta, los arqueólogos Julio Montané y Raúl Bahamondes (1973) excavaron el sitio en busca de evidencias culturales y propusieron que había sido ocupado por grupos paleondios que llegaron al continente a fines del Pleistoceno.

Posteriormente, el sitio fue excavado y estudiado de manera sistemática por Lautaro Núñez, Juan Varela, y Rodolfo Casamiquela y su equipo (Núñez 1977; Núñez et al. 1983 y 1994; Núñez, Varela y Casamiquela 1987). En los últimos veinte años, Donald Jackson, César Méndez, Patricio López y su equipo, y Javier Carranza han reevaluado y discutido las evidencias y el carácter arqueológico del lugar (Jackson et al. 2004 y 2012; Méndez 2010 y 2013; Carranza 2015).

Ocupaciones humanas de la quebrada Quereo

En la depresión cordillerana donde se ubica el sitio arqueológico, se identificaron depósitos de la era cuaternaria denominados Formación Quebrada Quereo (Núñez et al. 1987).

En ellos, se apreciaron seis capas estratigráficas denominadas miembros, las que se clasifican del 1 a 6 de acuerdo con su antigüedad y profundidad. Estas unidades permitieron estudiar las condiciones ambientales de la secuencia cronológica en la que ocurrieron las distintas ocupaciones humanas (Núñez et al. 1987).

Asociados con los miembros 1, 2 y 3, existen dos episodios de ocupación o niveles: Quereo I y Quereo II, que coinciden con los momentos de mayor aridez del postglacial y se caracterizan por la presencia de fauna extinta y cazadores-recolectores paleoindios del periodo de poblamiento del continente (Núñez 1983; Núñez et al. 1987 y 1994b). La desembocadura de un río habría facilitado la concentración temporal o continua de animales que podrían haber sido cazados y faenados in situ por dichos grupos (Núñez et al. 1987, 164).

Quereo I corresponde a la parte alta del miembro 1 y la base del miembro 2, y ha sido fechado en 11600±190 y 11400±145 años a. p. (Núñez et al. 1994b). Se trata de un lugar abierto de matanza, donde grupos paleoindios habrían acorralado a los animales y realizado prácticas de recolección vegetal y uso del bosque (Núñez et al. 1987). Entre Quereo I y el nivel I-II, se han encontrado 947 restos óseos y muy pocas evidencias culturales.

Los animales cuyos restos han sido encontrados en Quereo I se clasifican en (1) megafauna: mastodonte (cuvieronius sp.), caballo (equus sp.), ciervo de los pantanos (antifer niemeyeri), palaeolama sp., camélido (lama sp.), milodón (mylodon sp.), y (2) fauna menor: felino, cánido (zorro dusicyon sp.), roedores (phyllotis sp. y octodon tidae), aves (choephaga sp. y paseriformes), anuros (bufo spinulosus sp.) (López et al. 2004; Labarca y López 2006; Núñez et al. 1983 y 1987; Alberdi y Frassinetti 2000).

Quereo II se asocia con la parte superior del miembro 3 y tiene fechas estimadas de 11 100±150 y 9370±180 años

a. p. (Núñez et al. 1994b). Un grupo de cazadores habría ocupado nuevamente el desagüe fluvial donde abrevaban grandes herbívoros y fauna menor. En este nivel, se han registrado 452 restos óseos y 50 restos culturales.

Los animales cuyos restos han sido encontrados en Quereo II se clasifican en (1) megafauna: mastodonte (cuvieronius sp.), milodón (mylodon sp.), caballo (equus sp.), ciervo (antifer niemeyeri), camélidos (lama sp.), y (2) fauna menor: aves (anatidae), roedores (phyllotis sp. y octodontomys sp.) y anuros (bufonidae) (Núñez et al. 1987).

Prospecciones sistemáticas en la costa del Choapa han permitido constatar la existencia de veinticuatro sitios con fauna extinta, algunos de ellos con posible asociación cultural (Jackson et al. 2004). Tales hallazgos se encuentran en un radio de 24 km de la quebrada Quereo y El Membrillo, y permiten profundizar el estudio de las ocupaciones paleoindias de este territorio, además de la interacción humana con la fauna y el medio ambiente del Pleistoceno final y comienzo del Holoceno.

Evidencias culturales

Las evidencias culturales que se han encontrado en el sitio Quereo son huellas humanas sobre restos óseos, sobre todo de caballo y mastodonte, e instrumentos líticos. Su frecuencia es baja en relación con los elementos faunísticos (Núñez et al. 1987).

Los investigadores postulan que el hueso habría sido un material eficiente para cazar y faenar grandes herbívoros, por lo que los grupos habrían utilizado los mismos subproductos de la caza para confeccionar herramientas que permitieran matar a los animales, cortar las presas y extraerles la médula (López et al. 2004).

El conjunto lítico del sitio está compuesto por instrumentos simples, en su mayoría rocas con un borde alterado para funciones de corte, y otras con filos naturales con alta tasa de descarte y reemplazo (Jackson et al. 2004).

Son precisamente estos rasgos los que han llevado a los especialistas a sopesar las evidencias de acción humana en el lugar. A juicio de Jackson y su equipo, «es necesario mantener con cautela estas y otras interpretaciones posibles debido a lo discreto de las evidencias más que por lo temprano de sus dataciones» (2004, 173).

Ante este escenario, Javier Carranza (2015) estudió las rocas del sitio Quereo y la Quebrada Mal Paso para dilucidar si sus características eran producto de la acción humana o de causas naturales. Los resultados lo llevaron a concluir que solo las cuatro piezas de grano fino encontradas en los niveles superiores podrían ser catalogadas con certeza como culturales.

Según él, gran parte del conjunto lítico del sitio «corresponde a rocas naturales que no tienen relación con el contexto arqueológico más que como partículas sedimentarias ingresadas de manera natural al depósito» (2015, 108). Aun así, advierte que los alcances de su trabajo no cuestionan el carácter cultural de las ocupaciones, en tanto existen numerosas evidencias antrópicas en relación con las huellas sobre los restos óseos y su distribución espacial.